A todos les dijeron que tienen que “contar su historia”.
Pero nadie les explicó cómo hacer que esa historia importe.

En branding, una historia no es un adorno. Es una herramienta para posicionar.
Y para que funcione, tiene que ser relevante, clara y coherente con lo que hace la empresa.

¿Qué no es storytelling?

• Una anécdota forzada del fundador.

• Un eslogan emocional que no tiene relación con la experiencia.

• Un texto “bonito” que no se sostiene en los hechos.

• Un intento de parecer inspirador sin tener una narrativa real.

¿Qué hace que una historia funcione como parte de la marca?

• Parte de un conflicto real: qué problema resuelve la empresa.

• Tiene una estructura clara: inicio, tensión, evolución.

• Refuerza el posicionamiento sin repetirlo literalmente.

• Usa un tono consistente con toda la comunicación de la marca.

¿Y cómo se construye?

1. Entendiendo qué mueve a la audiencia.

2. Identificando qué lugar ocupa la empresa en ese contexto.

3. Eligiendo un tono narrativo que refleje la personalidad de la marca.

4. Diseñando piezas que no solo hablen, sino que dejen ver esa historia.

Una historia que conecta no necesita ser épica. Necesita ser cierta.
Y bien contada, puede ser la diferencia entre una marca olvidable y una marca con memoria.