Sabor consciente, diseño estructurado. Una marca que ya funcionaba. Nuestro trabajo fue darle forma sin romper lo que ya estaba bien.
Cliente
Emprendimiento independiente.
Sector
Alimentos y bebidas.
Año
2018
Disciplina
Lanuex no tenía un nombre ni un sistema, pero sí algo más valioso: validación real en el mercado. Recetas que funcionaban. Personas que volvían a pedir.
Nuestro punto de partida no fue una necesidad de rediseñar, sino de estructurar lo que ya estaba generando confianza.
Lanuex no nació como una marca. Surgió como una solución doméstica, pero rápidamente se transformó en un producto con circulación, con preferencia, con comunidad.
Cuando entramos, el reto no era mejorar algo que fallaba. Era construir una marca completa desde cero sin perder el espíritu original.
Diseñamos desde una idea central:
El producto tiene valor porque es escaso, coherente y sostenido por confianza.

Construimos la identidad en tres niveles:
Núcleo verbal: el nombre, el tono, el mensaje.
Sistema visual: empaque, estructura de sabores, tipografía y colores.
Soporte comunitario: una marca que se vive, no se impone.
El nombre —Lanuex— no explica, evoca. No es literal, es sugerente.
No buscábamos describir. Buscábamos sugerir algo nuevo sin perder lo artesanal.
Una palabra poco común, que se vuelve reconocible cuando se prueba el producto.
La identidad no decora, estructura.
El lenguaje no adorna, comunica con intención.
Todos los sabores comparten un mismo sistema gráfico. La única diferencia visible está en el color del contenido y el nombre del sabor.
No buscamos representar ingredientes ni recurrimos al color como diferenciador visual.
La consistencia gráfica fue clave: construimos un sistema simple, funcional y sobrio que deja que el producto hable por sí mismo.
Diseñamos etiquetas que identifican sin competir con el frasco.
Un diseño que no busca destacar en góndola, porque no lo necesita: Lanuex se vende directamente a una comunidad fiel, en ediciones limitadas, hechas solo con lo que se puede producir.
La comunidad no fue una consecuencia del branding. Fue el punto de partida.
Lanuex creció por recomendación, por repetición, por lealtad.
Nuestro trabajo fue capturar eso y convertirlo en una identidad que no interfiriera, sino que sostuviera.
Diseñamos para quienes ya creían en el producto.
Y para quienes lo descubrirían después, sin necesidad de convencimiento forzado.
Lanuex no es una marca que compita por volumen ni por promoción.
Es una marca que se reconoce por cómo circula, cómo se entrega y cómo se queda.
Como explicamos en nuestro artículo sobre las diferencias entre marca premium y marca de lujo, el verdadero lujo es tener claridad.
Lanuex no brilla para convencer, sino para quedarse.
Lo que aprendimos:
Cuando un producto ya tiene validación, el branding no debe imponer personalidad.
Debe organizar lo que ya funciona. Ponerle nombre, forma y dirección.
Lanuex es eso. Una marca pensada para sostener lo que ya funcionaba, con una identidad sólida, honesta y adaptable. El diseño no la transformó: la organizó y la potenció.